Tipos de espermatozoides (morfología de los espermatozoides) es un concepto poco glamoroso, pero profundamente revelador cuando se trata de entender la fertilidad masculina.
En un mundo que asocia la virilidad con la potencia y la cantidad, la calidad —y en especial la forma— pasa desapercibida. Sin embargo, en biología reproductiva, la forma lo es todo: de ella depende que un espermatozoide no solo nade, sino que llegue, atraviese y fecunde.
Un estudio publicado por Mayo Clinic afirma que la morfología espermática —es decir, el análisis estructural de los espermatozoides— puede influir de forma significativa en la capacidad de un hombre para lograr un embarazo. Aunque una muestra seminal puede contener millones de espermatozoides, si la mayoría tiene formas anormales, la fertilización se vuelve estadísticamente improbable.
La morfología espermática se refiere a la forma y estructura del espermatozoide observada bajo el microscopio. Esta evaluación incluye tres partes esenciales del espermatozoide: cabeza, cuello y cola. Un espermatozoide considerado “normal” debe tener una cabeza ovalada y lisa, una pieza intermedia (cuello) alineada y una cola larga y recta que permita una propulsión efectiva.
La importancia de esta morfología radica en su funcionalidad. La forma condiciona el movimiento, y el movimiento es crucial para alcanzar el óvulo y atravesar la capa que lo protege. Por eso, espermatozoides malformados suelen ser menos competitivos o completamente ineficaces para la fecundación, incluso en casos con conteos normales.
Según Reproducción Asistida ORG, los espermatozoides pueden clasificarse en dos grandes grupos: normales y anormales. Dentro de los anormales, existen múltiples subtipos según la alteración en cada parte del espermatozoide:
Alteraciones en la cabeza:
Estas deformaciones pueden aparecer de forma aislada o combinada. Cuando superan ciertos umbrales, se habla de teratozoospermia, una condición que reduce significativamente las posibilidades de fecundación espontánea.
Tener una muestra con un alto porcentaje de espermatozoides anormales no implica necesariamente infertilidad total, pero sí puede dificultar la concepción natural. Según los criterios de Kruger, una morfología normal inferior al 4% ya se considera subóptima.
Esto se evalúa mediante un espermograma, prueba estándar que mide varios parámetros del semen: concentración, movilidad, volumen y morfología. Los hombres con morfología anormal tienen menos probabilidades de que sus espermatozoides lleguen al óvulo, y menos aún de que logren penetrarlo.
Sin embargo, una morfología anormal puede compensarse parcialmente con tratamientos de fertilidad como la inseminación intrauterina (IIU) o la fecundación in vitro (FIV), donde se seleccionan espermatozoides con mejor morfología y movilidad.
El estudio de la morfología se realiza en laboratorios especializados mediante técnicas de tinción y observación microscópica, siguiendo protocolos establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) o el ya mencionado método de Kruger.
El proceso incluye:
En algunos casos avanzados se utiliza tecnología de ordenamiento espermático (sperm sorting) con ayuda de software de análisis de imagen y láseres, lo que permite seleccionar los mejores espermatozoides para técnicas de reproducción asistida.
Sí, aunque no todos los casos responden igual. La morfología espermática puede mejorar con hábitos saludables y tratamiento médico adecuado. Factores como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la obesidad, el estrés crónico y la exposición a toxinas ambientales tienen un impacto negativo comprobado.
Recomendaciones clave:
En casos clínicos complejos, tratamientos hormonales o quirúrgicos pueden ser necesarios, siempre bajo la supervisión de un especialista en fertilidad.