El repollo es una de las coles tradicionales que podemos encontrar en el mercado. Los griegos lo denominaban prasike. Formaba parte de la dieta de los guerreros espartanos, y los celtas, que fueron los grandes difusores de su cultivo, lo llamaron brassic . A día de hoy, en Alemania se continúan organizando festivales consagrados al repollo, vital en su gastronomía tradicional.
Aunque al pensar en el repollo seguramente pienses solo en la col verde compacta típica que añadimos al caldo, existen diferentes variedades de repollo. Todos ellos son ideales para cultivar en el huerto, en la línea central de los bancales, junto a lechugas, escarolas, apios o acelgas.
Conociendo los secretos de cómo plantarlos y cuidarlos, podrás cultivarlo fácilmente en tu huerto o jardín y disfrutar de sus hojas bien frescas en tus recetas desde otoño hasta finales de invierno o principios de primavera.
El repollo (Brassica oleracea var. capitata), como las demás coles, pertenece a la familia de las crucíferas, que son plantas que alcanzan una altura de 0,40 a 0,60 m y un diámetro similar o algo superior.
Forma un cogollo o cabeza compacta central de hojas gruesas, alternas y cerosas, que puede pesar desde medio kilogramo hasta 3 kg, según la variedad. Las raíces son fibrosas y, si bien el 90% de estas se encuentran en los primeros 30 cm del suelo, algunas raíces laterales y de sujeción pueden penetrar hasta los 2 m de profundidad.
Al igual que las otras brasicáceas, posee flores con cuatro pétalos dispuestos en forma de cruz; de ahí el antiguo nombre de esta familia botánica, crucíferas. En los repollos, estas flores son de un color amarillo brillante y para su polinización es necesaria la intervención de insectos.
Hay diferentes variedades de col repollo, desde repollos precoces de 7 semanas, hasta las coles lombardas, moradas con un ciclo de casi cuatro meses. También está el «corazón de buey», pequeño y compacto, con su centro en punta y pequeño.
Antes de sembrar o plantar repollo, debes tener en cuenta el tipo de suelo y cantidad de luz que necesita.
Al repollo le gusta el suelo mullido, bien trabajado, arenoso y rico en humus y potasio. Un suelo equilibrado en nutrientes, evitará las «puntas quemadas» en el repollo.
En cuanto a las necesidades de sol, lo ideal es plantar el repollo a pleno sol, aunque tolera bien la sombra.
El repollo crece bien junto a lechugas, escarolas, rúculas, apios, judías de mata baja, guisantes, caléndulas y lobularia. Estos cultivos asociados favorece un crecimiento sano de la planta.
Cuando los planteles tengan cuatro hojas, repícalos en macetas pequeñas para que se desarrollen en condiciones controladas, especialmente sin frío.
El momento de trasplante al bancal llega cuando el tallo de estos planteles alcance el grosor de un lápiz y una altura de 15 cm. Deja de 50 a 60 cm entre plantas y de 60 a 70 cm entre líneas. Luego riega generosamente cada planta para facilitar un buen enraizado.
Sobre la superficie distribuye de 3 a 4 kg de compost maduro por metro cuadrado. Protégelo con un buen acolchado de paja. A los 20-25 días después del trasplante, recalza las plantas para que tengan mejor sostén.
A la col repollo le gusta el riego frecuente y regular. Esto es especialmente importante después del trasplante.
El pulgón harinoso de la col (Brevicoryne brassicae) forma colonias entre las hojas y deja una sustancia grisácea de aspecto harinoso. Para prevenirlas y combatirlas puedes:
Los caracoles y babosas, en momentos de humedad y nocturnidad, son voraces consumidores de las hojas del repollo. Para evitarlos, pon ceniza y cáscaras de huevos machacadas alrededor de los repollos, que harán una barrera física.
La oruga de la col (Pieris brassicae) se detecta al ver el limbo de las hojas mordidas. Sus adultos son polillas blanquecinas que verás volando. Pulveriza semanalmente con Bt, Bacillus thuringiensis.
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